(Respuesta a Yoel Zumbado)
Juan Diego López, M.Sc.
En primer lugar, quiero agradecerte la lectura de mi reflexión sobre el TLC y el que te dieras a la tarea de escribir tus comentarios y conclusiones. Esta es la mayor satisfacción para todo autor y la finalidad de nuestro trabajo.
Ciertamente, como bien se lee en el título, mi trabajo no trata del TLC en cuanto instrumento jurídico de las Relaciones Internacionales, ni de sus beneficios o defectos. Mi interés es traer a colación el contexto histórico y social en el que se dan los tratados internacionales en la actualidad y mostrar que el TLC es un resultado natural de la dinámica de la sociedad actual. También concuerdo en que, en el análisis económico, histórico y social, así como en cualquier otro campo especializado, la utilización de categorías y conceptos propios torna el discurso un tanto pesado y no pocas veces resulta en un lenguaje críptico y enigmático. Debido a esto, muchas veces agravado por la impericia del autor en la construcción lógica del razonamiento, la transmisión y popularización de conocimientos resulta una tarea ardua y exige una actitud positiva y deliberadamente perceptiva por parte del auditorio al que vaya dirigido el mensaje. Como usted bien lo sabe, gran parte del analfabetismo informático que persiste en nuestro medio resulta de la incomprensión de ese mundo sistémico así como de su lenguaje especial, atiborrado de neologismo y anglicismos. Para apropiarse de la informática, el aprendiz no tiene más remedio que aprender sobre el funcionamiento del sistema informático y asimilar y dominar su vocabulario. De modo que sí, el análisis y la discusión sobre el TLC supone un conjunto mínimo de conocimientos sobre la vida social y la historia y, quien no lo tenga, difícilmente comprenderá la envergadura y profundidad de este acontecimiento.
A partir de acá, señalás enfáticamente tu desacuerdo con tres cosas: con mi concepto de la globalización, con la manipulación que hago del marxismo para hacerlo apoyar al capitalismo y con mi "santificación" (la palabra es mía) del capitalismo como el salvador de la economía y justo repartidor de la riqueza.
Veamos cada uno. Respecto de mi concepto de la globalización poco podemos añadir ahora, puesto no decís por qué estás en contra de él ni ofrecés una concepción alternativa. Digamos que el simple rechazo no es respuesta y que, en este asunto, quedás debiendo algo más que el "no porque no".
No creás que la acusación de manipular el marxismo me molesta en lo personal. Tampoco es que la disfrute, pero me das la oportunidad de explicar un par de cosas. Lo primero que tenés que tomar en cuenta es que el marxismo, más allá de ser una ideología política y una estrategia de lucha social, es una doctrina científica sobre la sociedad y su desarrollo histórico. La parte político ideológica que, con el concurso de grandes personalidades del mundo político e intelectual (Lenin, Gramsci, Stalin, Mao, Tito...), configuró el perfil histórico del todo el siglo XX, es su componente contingente y perecedero. Su aplicación práctica, mediante la construcción del modelo socialista en todas sus versiones, terminó en un flagrante fracaso.
Sin embargo, en el campo científico y en su base filosófica materialista dialéctica, el marxismo actualmente florece en todas las comunidades intelectuales, incluso en aquellas más recalcitrantemente enemigas del mundo socialista. Esto se debe al sólido poder explicativo de la teoría marxista de la transformación social. De acuerdo con ella, la sociedad avanza inevitablemente hacia una sociedad sin clases sociales y sin propiedad privada sobre los medios de producción (lo que llamó la "sociedad comunista"). Esta meta, según su teoría, se alcanza, más tarde o más temprano, sin contar para nada con la voluntad de los seres humanos e, incluso, contra ella, ya que se trata de una ley histórica. La concepción del Partido obrero y la teoría de la revolución del proletariado sólo son una estrategia ideada para acelerar y controlar mejor esa ley inexorable. Pero, en modo alguno, son condiciones para su cumplimiento. Con Partido Comunista o sin él, el avance de la sociedad hacia el comunismo se cumple y cumplirá inevitablemente. No es que con la desaparición del sistema socialista mundial la ley descubierta por Marx también desaparece. Eso sería como creer que las cíclicas extinciones en masa que ha sufrido nuestro planeta (incluyendo dinosaurios y toda la megafauna) harían desaparecer la teoría darwiniana de la evolución.
Si el avance hacia la sociedad comunista planteado por Marx es una ley y si la observamos consecuentemente en la explicación de los fenómenos sociales, ¿cuál habría de ser la actitud del marxista? ¿Ignorarla? ¿O tratar de esclarecer el modo mediante el cual esta ley se abre paso en las nuevas condiciones de un mundo sin sistema socialista?
Fue también Marx, mediante la construcción de su economía política (no olvidemos que la obra cumbre de Marx se intitula "El capital") quien descubrió y caracterizó la naturaleza del sistema capitalista. Como lo repite incansablemente a lo largo de todas sus obras, el capitalismo es un sistema económico y social esencialmente revolucionario. Su extraordinaria dinamicidad obedece a un hecho que opera en la propia base económica y que él llamó "la tendencia al desarrollo infinito de las fuerzas productivas" Esto significa que la búsqueda de ganancia, el afán de lucro, que constituye el disparador de toda la actividad económica capitalista, lleva a la modificación incesante de toda la estructura del aparato productivo y a la permanente aparición de nuevas materias primas, nuevas tecnología de producción y a la aparición de nuevos y variados productos. La ampliación y constante transformación en la base económica de la sociedad hace que la superestructura jurídica, política e institucional (esencialmente representadas por las formas de apropiación de los resultados de la producción y por la propiedad privada sobre los medíos de producción) quede desfasada y entre en constante contradicción con las cambiantes formas de producción. Cuando tal contradicción alcanza su límite tolerable esa superestructura política y social viene a ser modificada para adaptarse coherentemente a los cambios económicos y así, en palabras de Marx, "se abre un período de revolución social" y de cambio histórico.
Los cambios en la base económica de la sociedad actual, profundizados con la desaparición del sistema socialista mundial, permiten estudiar en términos estrictamente marxistas, la transformación que viene sufriendo el capitalismo y la inevitable transformación de todo el orden social, político e ideológico que vive la sociedad actual.
No he dicho, ni podría hacerlo, que el capitalismo sea el gran benefactor de la humanidad ni que sea la doctrina de la salvación y del reparto equitativo. Digo, siguiendo a Marx, que muy a pesar de los intereses intrínsecos del sistema capitalista, este enfrenta una transformación en su propia base económica y que esta le llevará a la transformación de todas las relaciones sociales, siguiendo la inevitable ley del avance hacia una sociedad más cercana al comunismo que al capitalismo tal y como lo hemos conocido. Por ello mismo Marx dijo que en el propio seno del capitalismo se incuban y desarrollan las fuerzas de su propia destrucción.
Ciertamente, para quienes nos hemos formado en el campo intelectual del marxismo y hemos militado políticamente en favor de la nueva sociedad, el que la desaparición del socialismo resulte la clave para el paso al comunismo no puede menos que sonar herético. Aún más, que con la desaparición del campo socialista sea el sistema capitalista, condenado por las fuerzas ciegas de las leyes económicas que se agitan en su seno, el que conciba y dé a luz la sociedad comunista, puede parece a primera vista, incluso, insultante. Pero, ¿qué le vamos a hacer? ¿Podemos acusar al propio Marx de haber manipulado el marxismo?
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