2 de julio de 2007

De revolucionarios a retardatarios

Jack Wilson Pacheco


“Que es lo que nuestra sociedad puede y debe aportar en la construcción de la sociedad planetaria y no qué es lo que debemos defender y sustraer de su influencia.”
Constantino Láscaris

I. Conocimiento, perspectiva e ideología


El conocimiento es el reflejo subjetivo de la realidad objetiva. Históricamente la humanidad ha desarrollado una serie de mecanismos y sistemas para reflejar en la conciencia el mundo en que vive. Es así como han surgido sistemas explicativos del universo tales como las mitologías, las artes, las técnicas, los sistemas filosóficos, la ciencia, las ideologías y la tecnología.
Independientemente del nivel de acierto que hayan tenido, todos tienen como foco común el intento de explicar y/o representar el mundo con el fin de transformarlo para satisfacer los intereses individuales o colectivos.
La utilidad de un sistema de conocimiento en la transformación del mundo es precisamente lo que marca la validez o falta de ésta de un sistema.
Para los efectos del presente artículo nos interesa fundamentalmente la forma de reflejo de la realidad denominada ideología.
El reflejo ideológico tiene como característica el de ser un reflejo interesado. Es decir, la ideología no pretende reflejar la realidad simplemente sino, además, interpretarla y re-analizarla desde la perspectiva de esta interpretación para, posteriormente, participar en su transformación. El generador de la explicación ideológica lo hace desde una perspectiva específica. Esta tiene como base un sistema complejo donde interactúan los conocimientos, las ideas y las creencias de los individuos, su educación, su momento histórico, sus relaciones con otros individuos, su extracción de clase, etc. Estas características que conforman su visión del mundo determinan su enfoque sobre la realidad social, es decir, qué valora de la misma, qué determina como digno de su atención y qué alternativas posibles encuentra para dirigir sus esfuerzos para actuar en la inevitable transformación de la sociedad.

II. El carácter histórico de la realidad y la relatividad histórica de las ideologías

El reflejo ideológico de la realidad social se convierte entonces en una relación dialéctica entre la perspectiva individual o grupal y la sociedad cambiante lo que obliga a la transformación de las ideologías.
Al final de la década de los años 80, se da un hito histórico que debió transformar las ideologías imperantes durante todo el siglo pasado. La caída del sistema socialista y la transformación del capitalismo en post-capitalismo las convierten en obsoletas y reclaman una reelaboración de las ideologías o su sustitución por otras que reflejen la nueva realidad.
Una transformación en nuestra perspectiva de esta magnitud requieren una enorme fortaleza psicológica y una profunda convicción de que es la realidad objetiva (lo que es) y no lo subjetivo (lo que quisiéramos) lo determinante.
Ignorar el proceso histórico y aferrarse a ideologías caducas solo puede sustentarse sobre la base del irracionalismo. Es así como la campaña del No al TLC se muestra bajo la consigna de Vote con el corazón, es decir, no use la cabeza. Piérdase en una visión bucólica y romantizada del siglo pasado y rechace la evidencia que le den sus sentidos de que la globalización es no solo un hecho inevitable sino que ha generado y sigue generando un proceso de liberación económica, tecnológica, de comunicación, etc. a la sociedad costarricense como un todo y a sus ciudadanos individualmente.

III. Los nuevos bloques económicos y la inevitabilidad de la globalización

Escondernos detrás del sentimentalismo irracional e ignorar la realidad económica mundial es simplemente una irresponsabilidad. No es necesario más que ver el poderío económico potencial y el auge que empiezan a mostrar los dos mercados potenciales más grandes del planeta, a saber, India y China. Si a esto aunamos el cada vez más compacto bloque europeo y la contínua expansión de lo que se inició como Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y que ahora se nos invita a compartir nos damos cuenta de que el TLC es no solo extremadamente conveniente sino inevitable.
No es de extrañar que la mayor oposición al TLC en los EEUU la hubiera dado el ala izquierda del partido Demócrata. Los defensores a ultranza de los trade unions norteaméricanos. Sus preocupaciones son válidas. Los trabajadores norteamericanos sindicalizados han venido disfrutando de los beneficios de tener un cuasi-monopolio sobre grandes sectores de la oferta de la mano de obra lo que le ha generado enormes beneficios. La apertura del mercado laboral que trae la globalización les representa una competencia indeseada y pone en peligro su seguridad financiera individual. Pero en EEUU, donde el vote con el corazón no tuvo éxito, prevaleció el uso de la razón y el argumento de que el único futuro para la economía norteamericana ante los nuevos retos presentados por la nueva economía multipolar era el aumentar sus mercados y la única manera de hacer esto es aumentar el área geográfica de personas con capacidad de compra, es decir, nosotros.
La economía, como el camarón o se adapta o se lo lleva la corriente. Es por esto que el grupo del No al TLC no ha quedado con más recurso que tratar de retardar lo inevitable.
La negativa de nuestros ex-compañeros revolucionarios a aceptar que la era del socialismo real ha terminado y que su pretendido sustituto, el nuevo socialismo de Chávez no solo no ha dado frutos sino que no se ve por dónde pueda darlos.La suerte está echada. La globalización es un hecho histórico. Es el producto inevitable del fin de la sociedad bipolar, es el resultado de la asimilación de muchas de las ideas del socialismo permitidas por el fin de la guerra fría, es el resultado de la transformación inevitable del capitalismo en postcapitalismo y la oposición simplemente por que no, porque a algunos les parece que seguir viviendo en el siglo pasado es romántico no podrán hacer más que retardar lo inevitable poniendo a Costa Rica en desventaja relativa en el proceso económico-social mundial.

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