18 de octubre de 2007

La “victoria” del NO

Juan Diego López

La victoria del NO es una exraña versión de lo que significa ganar. Primero porque este grupo resultó desintegrado y ahora sólo lo forman los sindicalisas y las organizaciones estudiantiles. Es decir, un grupo que representaría un sector laboral y productivo para dejar boquiabiertos a los ciudadanos y a cualquier economía mundial. Pero, además, su análisis de los resultados del referéndum y de la tareas por venir, es verdaderamente patético. Para comprender eso, visite la página de la ANEP en la dirección:

http://www.anep.or.cr/

Allí se encuentran varios comentarios, entre los cuales les recomiendo los de Wim Dierckxsens, Ana Iztarú y Ronald Vargas. Sin embargo, no se pierdan el de Walter Antillón, el de Bryan González y el de Ángel Rivera. Les aseguro que la fatiga vale la pena y se van divertir de lo lindo.

El de Dierckxsens es simplemente increíble. Se denomina “Más allá del referéndum sobre el TLC de Costa Rica” y uno de sus párrafos dice:

“La victoria del NO en Costa Rica es de haber construido poder popular. Hubo un proceso de politización nueva que se desarrolló en torno al referendo en general y a través de la labor del los comités patrióticos en particular. Se demostró que los movimientos sociales pueden presentar proyectos políticos alternativos que no representan los intereses del poder local y del imperio. De ahí podrán emerger futuras campañas más radicales en el país. Es de esperar que de aquí a Febrero de 2008 la lucha se intensificará tanto en el asamblea legislativa como en la calle en torno a las leyes que ha de aprobar dicha asamblea legislativa de Costa Rica en torno a la "liberalización" de las telecomunicaciones, los seguros, los patentes y los derechos de propiedad intelectual, entre otros. Si cualquiera de esas leyes no cumple con las exigencias impuestas por EEUU en las negociaciones del TLC, el tratado no entrará en vigencia. La lucha social por una alternativa a los tratados de libre comercio ha perdido una batalla importante en Costa Rica, pero aun no la guerra (Sic)”.
http://www.anep.or.cr/leer.php/1842

Según él, lo que existe entre el sí y el no es un poder popular, que tiene un proyecto político (del cual lo único que se conoce es su carácter sedicioso) y augura la emergencia de campañas futuras más radicales mediante la oposición callejera a la agenda de implementación. Para él, bastaría derrotar una de estas leyes para derrotar el TLC. Pero vean lo que dice a renglón seguido:

“Asimismo son de esperar reivindicaciones en el continente de que ningún gobierno adhiera a un TLC sin una consulta popular democrática. La coyuntura internacional se torna cada vez más favorable al proceso de desconexión, incluso en EEUU. Las tesis proteccionistas suelen sonar cada vez más en el Congreso norteamericano ante la pérdida de competitividad de su economía norteamericana y ante la amenaza de una recesión a partir de la imperante crisis en el sistema financiero. Es de dudar que las tesis de libre comercio se sostengan en el Congreso norteamericano después del 1 de marzo de 2008 ante la campaña política en EEUU. Con las grandes derrotas militares en Medio Oriente y una crisis económica encima, la política se tornará cada vez más proteccionista, un entorno donde la desconexión tendrá la coyuntura más a su favor (Sic)”.

Dice que una reivindicación es que, luego del ejemplo costarricense, ningún gobierno suscribirá un TLC sin consulta popular. Sin embargo, como en el caso de Costa Rica, si esa consulta no les favorece, no dudan en desacreditarla y rechazar sus resultados. O sea, lo que resulta una victoria del NO es realizar un referéndum para luego desconocer sus resultados. Pero aún más insólito resultan las afirmaciones siguientes. El curita este reza, pide a dios y augura que retorne el régimen proteccionista a la política exterior norteamericana (que pronostica será la posición de los Demócratas) y que, ojala, gracias a la “desconexión”, nos quedemos sin acceso al mercado norteamericano. ¡Esa, entonces, sería la salvación de nuestro país! ¡Ave María! ¡Ciégalo Santa Lucía!

No creo que el autor de esas líneas pueda apelar a su pobre manejo del español para justificar tales aseveraciones ni que la ANEP tenga argumentos para apoyar tales dislates. Es claro que el sindicalismo está buscando motivos, razones y coartadas para su política subversiva.

El de Ana Iztarú es todo un pecado. Un lamento personal contra los idealistas y dice, francamente, cosas incoherentes. Como cuando se está muy tronado y confundido por los resultados de las urnas. Compruébelo usted mismo en:
http://www.anep.or.cr/leer.php/1838. Les transcribo un par de párrafos para saborear esta rareza:

“Algo cercano a un idealista podría ser hoy alguien que no quiere que muera cierto tipo de pez, alguien que intuye que el universo, sin él, nunca será lo mismo, aunque esto parezca un despropósito a la gente sensata. “La gente sensata, que aún y por el momento no se ha extinguido, no puede comprender, por ejemplo, que un pez insignificante pueda obstruir un negocio de ganancias irrefutablemente pingües”.

Y después de toda esa rara elucubración, que habría de terminar en un vehemente llamado a la lucha, la chica se desarma en la más profunda y personal angustia existencial y termina su artículo así:

“Qué quieren que les diga. Tengo nostalgia”.

¡Como si el referéndum y todo el mundo circundante dependiera de su estado de ánimo personal! Pero el aderezo “femenino” para las descabelladas ideas sindicalistas está dado: es nostálgico. Ahora, los ingredientes se mezclan y se añade un poco de rabia y estupor sacerdotal. Ronald Vargas, en su artículo “Perdonen, pero para quien vive de esperanza, no hay ni habrá derrota”, sostiene que el núcleo de la institucionalidad costarricense (la Sala Constitucional, la Asamblea Legislativa y el Tribunal Supremo de Elecciones) es la “Santísima Trinidad” del fraude. Y muy amargamente dice:

“Me imagino que a ustedes les pasó lo mismo… Ayer 7 de octubre pasé una noche terrible, el cuerpo que me pedía a gritos que lo dejara descansar, mientras la cabeza aturdida navegaba en un mar de explicaciones inexplicables”.
http://www.anep.or.cr/leer.php/1833

No resisto la gana de decirle a este otro curita que yo, mi familia y la cantidad de amigos que vinieron a mi casa a esperar los resultados, no sufrimos tal crisis. Al contrario. Saltamos de alegría, brindamos, nos felicitamos, brindamos, nos felicitamos, brindamos, nos felicitamos. Hubo discursos, brindis, reconocimientos a la inteligencia del pueblo, brindis, admiración por el proceso, brindis, y, finalmente, un brindis por el entierro definitivo de los dinosaurios políticos más nocivos que ha conocido nuestra patria, tales como Luis Alberto Monge, Rolando Araya, Rodrigo Carazo y sus carazitos, Humberto Vargas, Gloria Valerín, Albino, Fabio Chávez, Villasuso, Epsy, Ottón y a los numerosos desaparecidos en campaña. Es cierto que hay que ser benevolente en la victoria, pero permítanme decir que es de lo más rico triunfar y que tenemos el derecho de regocijarnos y de celebrar salvajemente, sobre todo, por la magnificencia de lo que ganamos: la soberanía y la inteligencia popular.

No podemos seguir analizando cada uno de los patéticos comentarios que presenta la página de la ANEP. Sirvan los casos señalados para aportar un panorama de los principales derrotados en el referéndum, de su actitud inmadura y revanchista y para invitarlo a visitar este entuerto costarricense.


17 de octubre de 2007

16 de octubre de 2007

El patriotismo sindicalista

Juan Diego López

Hace ya mucho tiempo que el sector sindical se cree dueño de la verdad y de la representación política de nuestro pueblo. A pesar de que, tanto en las elecciones presidenciales como el en referéndum, el pueblo se ha manifestado en contra de sus llamados, insisten en contar con una “aura” divina. Como ya lo he dicho, creen que entre el sí y el no hay una razón intermedia que les pertenece y que les da un derecho trascendental para dirigir la patria desde las calles.

¿Por qué los sindicatos se han opuesto en forma tan desmedida al TLC? ¿Es que hay razones ocultas e intereses gremiales y personales de tal peso como para amenazar incluso con la subversión? Por supuesto que sí y veamos algunas razones.

Las Convenciones Colectivas, el pacto entre instituciones y sindicatos para el mejoramiento de las condiciones laborales, desde el principio, fueron utilizadas como instrumentos de privilegios desmedidos. Un poco en broma, pero muy en serio, en el mundo sindical se les denominaba “La carta al Niño”. Naturalmente, las instituciones no estaban obligadas a su aprobación, pero se encontraban inermes ante la fuerza de la presión sindical. A sindicatos más fuertes y beligerantes, más prerrogativas, regalías y sinecuras.

Entre estas figuran reconocimientos extremos del fuero sindical (se dice que la mayoría de los líderes sindicales del NO se pensionarán sin haber trabajado un solo día en los cargos para los que fueron contratados), la recalificación de salarios del personal administrativo en detrimento del personal técnico y profesional, el establecimiento de fondos especiales de ahorro y préstamo en los que la institución aporta hasta un 75% por ciento del monto de cada trabajador sindicalizado y la construcción de centros recreativos por sumas millonarias, a cargo de la institución y a costas de los fondos públicos, para uso exclusivo de los miembros del sindicato.

Pero aquí no termina la “carta al Niño”. Existen otros “incentivos” que los sindicalistas quieren defender al son de la lucha contra el TLC y utilizando los “comités patrióticos”. Basten algunos ejemplos y tomando el caso más desvergonzado de nuestro país. En JAPDEVA, los empleados tienen un reconocimiento económico adicional para quienes llegan puntualmente a trabajar; tienen derecho a seis o siete días al año de asueto, deteniendo la actividad económica del país y generando pérdidas por millones de dólares, mientras los trabajadores beben piñas coladas y toman el sol en la playa; tenían el derecho, recientemente derogado por la Sala Constitucional, a trabajar sólo seis horas al día (dado lo “agobiante” de su trabajo) y percibir un salario completo; poseen un plan vacacional familiar, todo incluido y costeado por la institución, que les permite escoger destino y negociar su ampliación y alcance.

El sindicalismo, este que no acepta el resultado del referéndum, luego de haber participado y dilapidado los fondos de sus asociados, está defendiendo intereses espurios. Paralizar las instituciones en cada convocatoria sindical, sin siquiera mantener un operador telefónico; poseer prioridad para la constitución de Sociedades Anónimas Laborales (SAL), que ha enriquecido a connotados líderes sindicales, apropiándose de diversos servicios (seguridad, conserjería, información y asistencia al cliente, alimentación y todos los aspectos logísticos y de aprovisionamiento de materiales) y que representan ingresos de miles de millones de colones.
Estos mismos, que gritan “corrupto” a cualquiera que no apoye su “patriótica” iniciativa contra el TLC, deben ser denunciados en su odiosa maniobra por defender sus pingües negocios a costas de la ingenuidad de los universitarios. Al menos, brindemos la posibilidad de que estos últimos sepan por qué y cómo se convierten en tontos útiles de aquellos “patrióticos” tagarotes.


16 de octubre de 2007

La hora de la verdad para el sector universitario

Juan Diego López

Muy contentos deben declararse los líderes universitarios por su patética actuación como el novato aprendiz de brujo: han desatado fuerzas que ya no controlan y que comprometen y cuestionan su propio credo democrático. Esta responsabilidad, de acuerdo con el diputado Óscar López, recae sobre el rector Eugenio Trejos, la ex rectora Sonia Marta Mora y sobre el decano Henry Mora. Al primero de ellos, cuando se encontraba en la tribuna de la derrota, el domingo 7 en la noche, y pedía calma a las fuerzas que ayudaron a crear, le gritaron: “¡Callate, corrupto!”. A continuación, los televidentes presenciamos una verdadera y desesperada huída de la tribuna de los dirigentes del NO y luego nos enteramos de que, sus propias turbas, agredieron al rector Trejos en su acongojante escape del lugar.

Aun así, abandonado por su segunda y su tercero al mando en el NO, el rector Trejos participó en la reunión “Usindical” realizada en la UCR con el expreso propósito de desconocer el resultado del referéndum y tomar acciones callejeras en contra de la decisión mayoritaria del pueblo. Allí se escucharon voces de revancha, insufladas de juvenil y utópica rebeldía, y llamados a la violencia, provenientes de viejos sindicalistas que ya no tienen qué perder y sólo ganar en una situación de caos y anarquía social. Ante estas fuerzas desatadas, exaltadas y sumamente peligrosas por sus reiteradas manifestaciones en contra de la institucionalidad, el rector Trejos optó por su descalificación y deslegitimación. Según él, el grupo allí reunido no representaba a la totalidad de los “comités patrióticos” y, como resultado, fue relevado de todos sus cargos de dirección en el restante grupo del NO.

El ejemplo de estos dirigentes universitarios no debe pasar desapercibido. Junto a los rectores y a los consejos universitarios de las universidades públicas nos dan una invaluable lección cívica. Nos dicen que su equivocada toma de partido institucional, que la utilización de los recursos de la academia para instigar a los estudiantes contra la democracia y que la alianza ciega con el fanático sector sindical, resultó un equívoco de proporciones descomunales y de implicaciones que amenazan gravemente la institucionalidad democrática de nuestro país. Ahora, cuando la pesadilla de la alianza universitario-sindical contra la democracia hace temblar a los Trejos y a los Mora, queda en evidencia el irresponsable e interesado manejo, que el diputado Óscar López denunció, por parte del movimiento del NO.

Ya es la hora de que la dirigencia universitaria reconozca el grave error en el que incurrió y se desligue de esa alianza antipatriótica, subversiva y sediciosa que han puesto en marcha. Es la hora para que dé la cara ante sus bases estudiantiles y reconozca ante ellos que son sólo académicos, no políticos, y que sus actos durante la campaña no pretendían desestabilizar ni el estado de derecho ni la institucionalidad costarricense. Es la hora, en suma, de ser valientes y de reconocer los excesos de una fiesta patriótica que ellos mismos transformaron en una anunciada orgía antidemocrática, intolerante y revanchista. Veamos de qué madera están hechos estos dirigentes y sepamos si sus intenciones son las de lanzar a Costa Rica por la senda de una confrontación civil, en estrecha alianza con el sindicalismo decadente, o de rescatar la sensatez y de ser protagonistas de la historia democrática del siglo XXI.

Veamos qué calidad de maestros son y si es posible que la sociedad pueda confiarle a ellos la formación de nuestra juventud.


16 se octubre de 2007

15 de octubre de 2007

Las contraPACdicciones

Juan Diego López

Dos cosas hay que reconocerle al PAC como verdadera contribución patriótica en la coyuntura post referéndum. Primera, como partido político, con diecisiete diputados en la Asamblea Legislativa y con aspiraciones futuras a ejercer el poder, se separó de la masa amorfa del NO. Segunda, se comprometió públicamente a no ser obstáculo parlamentario para la aprobación de las leyes que, de por sí, son parte del TLC y a favor del cual el pueblo se pronunció contundentemente. Estas dos manifestaciones bastarían para reconocerles una actitud responsable y consecuente con los valores y la institucionalidad democrática en la que tanto han confiado ellos como partido político.

Sin embargo, al mismo tiempo que esas dos declaraciones abstractas, las posiciones concretas de sus líderes políticos y parlamentarios muestran un extraño, indescifrable y casi patológico doble discurso. Déjenme explicar por qué y veamos si exagero en mis adjetivos. No voy a abundar en la primera reacción de los líderes del PAC ante la derrota y el innecesario regateo de los resultados. Digamos que esa es la “feria” de su errática concepción de la contienda civil y de su confusa idea de que entre el sí y el no hay algo intermedio que les pertenece y que tiene un valor intrínseco superior.

Lo que llama la atención, aunque a la postre no sorprende, es su decisión de no votar o de votar negativamente las leyes complementarias al TLC. A pesar de la discrepancia política que ello implica con el resultado del referéndum, que les obliga moralmente como diputados a votar la implementación del TLC, ponen como condición lo que han llamado dramáticamente “agenda de mitigación”. Allí se plantean cuestiones plenamente aceptables, como el incremento del presupuesto para la educación, el establecimiento de un presupuesto para la investigación científica y tecnológica, la previsión de normas para ampliar el concepto de “banca de desarrollo” y otras más.

No obstante, aun en el caso de que esos importantes planteamientos sean incorporados a las leyes complementarias, aun cuando se copiaran textualmente sus demandas, el PAC votaría en contra. Es decir, se abstendrían o votarían en contra de su propia “agenda de mitigación”. Según ellos, van a vigilar que las leyes complementarias no se pasen un ápice de lo establecido en el TLC, van a presentar “mejoras” y contando en su poder con la varita mágica de la “mitigación”, aun así, se abstendrían o votarían en contra de esas leyes. No hay duda de que el PAC goza de una ideología política tremendamente coherente y sólida.

¿No sería más fácil, más claro y más responsable acatar la decisión popular antes que convertirse en un peso muerto y agravar la farsa política que están protagonizando ante la historia?


15 de octubre de 2007

9 de octubre de 2007

¿Por qué ganó el SÍ?

Juan Diego López

He escuchado de diferentes fuentes del NO la urgente necesidad de analizar la razón que llevó a la mayoría del pueblo costarricense a votar SI al TLC. En familia, nos cruzamos una rápida mirada de incredulidad y asombro. ¿Es que hay razones esotéricas, acusmáticas, indescifrables e incomprensibles? ¿Es que el triunfo del SÍ es un hecho inexplicable y que raya en el ámbito de los eventos paranormales o de los encuentros del tercer tipo? No es fácil reponerse cuando se pasa de una amplia situación de ventaja, que ya en la recta final les otorgaban ciertas encuestas, a tropezar con el veredicto contundente de la votación. Es como estar ganando el partido tres a cero, ya en los últimos minutos, y terminar perdiendo cuatro a tres. Es cierto: es muy doloroso. Pero a todos nos ha pasado y, como se suele decir en el ambiente futbolero, no se vale el intento de ganar en la mesa lo que se perdió en la cancha.

Con la salida del PAC del grupo del NO, debido a sus responsabilidades partidarias; con el violento rompimiento del sector sindical, en medio de acusaciones de corrupción y de amplias recriminaciones por la conducción de la campaña; con la renuncia del diputado Óscar López y su apoyo al TSE y a la pureza del referendum; y, finalmente, con las manifestaciones de respetables líderes políticos que, con madurez de estadistas, aceptaron el triunfo del SI y dieron por finalizada la razón de ser de ese movimiento; en virtud de estos hechos, pues, el grupo del NO entró en un vertiginoso proceso de obsolescencia. En menos de veinticuatro horas quedó fragmentado y políticamente disuelto.

Esto demuestra la inconsistencia y fragilidad de este grupo que pretendía dirigir nuestros destinos como nación. Asimismo, muestra el talante estadista de sus dirigentes y el grado de cohesión (política, ideológica y hasta moral) de las facciones que representaron. No hay duda de que este hecho, reconocido por muchos de sus propios representantes, desde hace meses, no fue un modelo aceptable de organización política ni de coherencia ideológica para los costarricenses. La mezcla del sindicalismo izquierdoso, del universitarismo exaltado y del confuso paquismo, no resultó potable. He aquí la primera y la más profunda razón de la victoria del SÍ.

Pero, en el curso de los últimos diez días previos al referendum, estos distintos grupos cometieron errores de mucha monta que tratan de ignorar ahora. Quizá ya envalentonados por los resultados de ciertas encuestas, que les presentaron el espejismo de una ventaja de hasta doce puntos, e insuflados de un comprensible triunfalismo, pensaron asestar el golpe final que rematara al adversario. Al sector académico le pareció una idea brillante involucrar la cuestión religiosa y pronto contaron con el grupo que llevaría a cabo la misión. Incluso, colocar a la cabeza de los noventa y tres curitas a un obispo retirado parecía genial. Sin embargo, el resultado fue una seria trasquiladura. ¡Asegurando actuar bajo la asesoría del Espíritu Santo en persona, declararon pecado votar por el SÍ! En un país tan reputadamente católico, aquello resultó una afrenta, no sólo a la fe, sino principalmente a la inteligencia. Este fue en primer gran error coyuntural que favoreció al SÍ.

En medio de las airadas reacciones que tal declaración provocó, el sector sindical se lanzó a la palestra. Empleando los inmensos recursos económicos de sus afiliados en todos los frentes sindicales, desde los trabajadores de las instituciones públicas (el ICE, la Caja) hasta las asociaciones de maestros y profesores y, poniendo en marcha su reconocida experticia en la movilización y la lucha callejera, organizaron una imponente manifestación en San José. Bajo un modelo de “lucha” muy socialista, de muy cercana naturaleza al motín callejero, a las barricadas, a gentes con pasamontañas lanzando cocteles molotov y apedreando transeúntes, tampoco resultó un escenario convincente para nuestro pueblo. Todo lo contrario. La clara intromisión venezolana en favor del NO, la campaña permanente que la prensa cubana realizó en el campo internacional contra el TLC y la aparición de comandos de Al Qaeda en Nicaragua, no podían constituir sino la peor de las pesadillas para la mentalidad costarricense. Indudablemente, el NO creó un entorno de miedo y el SÍ resultó la alternativa contra aquella temible posibilidad.

Y, para cerrar con broche de oro, a Ottón Solís se le ocurre traerse al país a los congresistas Sanders y Michaud, presentarlos como grandes aliados de nuestro país y como garantes de la fementida “renegociación” del TLC. No creo que ni entre los peones de su finca resultare exitosa esta maniobra; pero, menos aún, entre la población costarricense. Como ya lo he dicho, baste digitar esos nombres en un buscador de Internet para quedar boquiabiertos. No es que apoyen el NO a este TLC y que vengan a defender los intereses patrióticos de Costa Rica. No señor. Su mentalidad aislacionista y proteccionista y su ideología fundada en el exclusivo “interés nacional” de los Estados Unidos (en el más clásico pensamiento de Morgenthau o de Kissinger), les hace enemigos de cualquier TLC que firme su país. Es decir, vinieron, invitados por Ottón Solís y por el PAC a defender, en nuestras propias narices, sus intereses pura y declaradamente imperialistas. Sin duda, este hecho, que resultó otro torpe insulto a la inteligencia nacional, significó el golpe de gracia para las pretensiones del NO e inclinó definitivamente la balanza a favor del SÍ.

Ahora lo central es que en el referendum no hay “aprobación ajustadísima” ni “empate técnico”: hubo aprobación. Punto. Aunque hubiera sido por un único y solo voto, igualmente el SÍ hubiera ganado legítimamente. Esas son las reglas de la democracia: la mayoría manda. La sociedad costarricense, convertida en Congreso Nacional para tomar en sus propias manos, sin delegación de ningún tipo, el ejercicio de la soberanía votó por el TLC y su decisión debe ser respetada en todos sus extremos, incluida la aprobación de la llamada agenda complementaria. Como manifestación popular, como expresión libre y soberana del pueblo, es un mandato inapelable.

Por ello no se vale cuestionar ni condicionar sus resulados. Pero sí queda claro que, ni en este principio elemental de la democracia participativa ni en el tema de la autocrítica, los del NO son capaces de dar ejemplo. Para ellos, la derrota sólo se explica por factores externos: como parte de una vasta conspiración de la Sala Cuarta, del Tribunal Supremo de Elecciones, del Poder Ejecutivo, de la Casa Blanca, de las transnacionales y, ahora, también de los observadores internacionales. Se meten a jugar y no aguantan y, luego, cuando pierden, arrebatan.


9 de octubre de 2007

6 de octubre de 2007

La “nicaraguanización” de Costa Rica

Juan Diego López

Los argumentos del grupo del NO han quedado formulados para la historia y sus réplicas han sido dadas en los dos últimos días en forma contundente. INTEL, Proctor and Gamble, Atlas Eléctrica, Sardimar, Firestone, la industria de los textiles e infinidad de servicios (como los Call Centers) avisan su intención de trasladar sus actividades de no aprobarse el TLC el día de mañana.

Asimismo, las más altas autoridades comerciales norteamericanas han sido claras en volatilizar las ilusiones de la “renegociación” y de la “perpetuidad” de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. Como dijo el comentarista de CNN, si Costa Rica no se monta en el barco ahora, ya no tendrá cuando y esto afectará su credibilidad para la firma de otros tratados comerciales, en primer lugar, con la Unión Europea. Costa Rica pasaría al más oscuro aislacionismo que país alguno haya escogido. Estaría sola contra el mundo, sin socios ni aliados, ni en la región ni en el mundo.

Ottón Solís ha dicho que Costa Rica tiene muchos “buenos amigos” en Estados Unidos (sin entrar a hablar de los que trajo aquí) y este es su argumento de fondo para sostener las tesis de la “renegociación” y de la “perpetuidad”. Según él, como nos quieren tanto, estarán felices de que rechacemos este tratado y nos mantendrán privilegios arcaicos. Además, esta será la razón fundamental para convencer a las empresas citadas para permanecer en Costa Rica. Le piden a la inversión de cientos de millones de dólares y a la creación y mantenimiento de cientos de miles de empleos que se base en la “buena voluntad” que él predica.

Ahora la cuestión no trata sólo de la expansión y multiplicación de empleos, de la posibilidad de contar con una juventud que crea y tenga futuro. No. Ahora se trata de la pérdida de nuestro actual estatus, de la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo y del más violento empobrecimiento de nuestro país, se trata, en suma, de la “nicaraguanización” de Costa Rica.

No pasará mucho tiempo para que nos convirtamos en los principales inmigrantes de la región, en los principales “espaldas mojadas” y que nuestros destinos sean República Dominicana, Guatemala y Nicaragua. Esta realidad está claramente predibujada en las declaraciones de las más importantes empresas, en las declaraciones de Susan Schwab y en las propias manifestaciones del ex presidente William Clinton. Al perder una oportunidad de oro, que no tendrá alternativa alguna, Costa Rica no sólo se estancaría, sino que retrocedería y caería en un verdadero abismo de pobreza como nunca lo ha conocido.

Esto es lo que debe reflexionarse esta noche y lo que debe presidir la decisión de mañana en las urnas. Acudir con la certeza de que no se trata de una decisión política, de que no es una lucha “antiimperialista” o socialista: se trata de una lucha por mantener y profundizar los beneficios comerciales, la ampliación de las fuentes de trabajo y la inserción de Costa Rica en el ámbito internacional. Se trata, pues, de votar por nosotros y por el futuro de nuestra juventud.


6 de octubre de 2007