Juan Diego López
Los argumentos del grupo del NO han quedado formulados para la historia y sus réplicas han sido dadas en los dos últimos días en forma contundente. INTEL, Proctor and Gamble, Atlas Eléctrica, Sardimar, Firestone, la industria de los textiles e infinidad de servicios (como los Call Centers) avisan su intención de trasladar sus actividades de no aprobarse el TLC el día de mañana.
Asimismo, las más altas autoridades comerciales norteamericanas han sido claras en volatilizar las ilusiones de la “renegociación” y de la “perpetuidad” de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. Como dijo el comentarista de CNN, si Costa Rica no se monta en el barco ahora, ya no tendrá cuando y esto afectará su credibilidad para la firma de otros tratados comerciales, en primer lugar, con la Unión Europea. Costa Rica pasaría al más oscuro aislacionismo que país alguno haya escogido. Estaría sola contra el mundo, sin socios ni aliados, ni en la región ni en el mundo.
Ottón Solís ha dicho que Costa Rica tiene muchos “buenos amigos” en Estados Unidos (sin entrar a hablar de los que trajo aquí) y este es su argumento de fondo para sostener las tesis de la “renegociación” y de la “perpetuidad”. Según él, como nos quieren tanto, estarán felices de que rechacemos este tratado y nos mantendrán privilegios arcaicos. Además, esta será la razón fundamental para convencer a las empresas citadas para permanecer en Costa Rica. Le piden a la inversión de cientos de millones de dólares y a la creación y mantenimiento de cientos de miles de empleos que se base en la “buena voluntad” que él predica.
Ahora la cuestión no trata sólo de la expansión y multiplicación de empleos, de la posibilidad de contar con una juventud que crea y tenga futuro. No. Ahora se trata de la pérdida de nuestro actual estatus, de la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo y del más violento empobrecimiento de nuestro país, se trata, en suma, de la “nicaraguanización” de Costa Rica.
No pasará mucho tiempo para que nos convirtamos en los principales inmigrantes de la región, en los principales “espaldas mojadas” y que nuestros destinos sean República Dominicana, Guatemala y Nicaragua. Esta realidad está claramente predibujada en las declaraciones de las más importantes empresas, en las declaraciones de Susan Schwab y en las propias manifestaciones del ex presidente William Clinton. Al perder una oportunidad de oro, que no tendrá alternativa alguna, Costa Rica no sólo se estancaría, sino que retrocedería y caería en un verdadero abismo de pobreza como nunca lo ha conocido.
Esto es lo que debe reflexionarse esta noche y lo que debe presidir la decisión de mañana en las urnas. Acudir con la certeza de que no se trata de una decisión política, de que no es una lucha “antiimperialista” o socialista: se trata de una lucha por mantener y profundizar los beneficios comerciales, la ampliación de las fuentes de trabajo y la inserción de Costa Rica en el ámbito internacional. Se trata, pues, de votar por nosotros y por el futuro de nuestra juventud.
6 de octubre de 2007
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