Juan Diego López
Muy contentos deben declararse los líderes universitarios por su patética actuación como el novato aprendiz de brujo: han desatado fuerzas que ya no controlan y que comprometen y cuestionan su propio credo democrático. Esta responsabilidad, de acuerdo con el diputado Óscar López, recae sobre el rector Eugenio Trejos, la ex rectora Sonia Marta Mora y sobre el decano Henry Mora. Al primero de ellos, cuando se encontraba en la tribuna de la derrota, el domingo 7 en la noche, y pedía calma a las fuerzas que ayudaron a crear, le gritaron: “¡Callate, corrupto!”. A continuación, los televidentes presenciamos una verdadera y desesperada huída de la tribuna de los dirigentes del NO y luego nos enteramos de que, sus propias turbas, agredieron al rector Trejos en su acongojante escape del lugar.
Aun así, abandonado por su segunda y su tercero al mando en el NO, el rector Trejos participó en la reunión “Usindical” realizada en la UCR con el expreso propósito de desconocer el resultado del referéndum y tomar acciones callejeras en contra de la decisión mayoritaria del pueblo. Allí se escucharon voces de revancha, insufladas de juvenil y utópica rebeldía, y llamados a la violencia, provenientes de viejos sindicalistas que ya no tienen qué perder y sólo ganar en una situación de caos y anarquía social. Ante estas fuerzas desatadas, exaltadas y sumamente peligrosas por sus reiteradas manifestaciones en contra de la institucionalidad, el rector Trejos optó por su descalificación y deslegitimación. Según él, el grupo allí reunido no representaba a la totalidad de los “comités patrióticos” y, como resultado, fue relevado de todos sus cargos de dirección en el restante grupo del NO.
El ejemplo de estos dirigentes universitarios no debe pasar desapercibido. Junto a los rectores y a los consejos universitarios de las universidades públicas nos dan una invaluable lección cívica. Nos dicen que su equivocada toma de partido institucional, que la utilización de los recursos de la academia para instigar a los estudiantes contra la democracia y que la alianza ciega con el fanático sector sindical, resultó un equívoco de proporciones descomunales y de implicaciones que amenazan gravemente la institucionalidad democrática de nuestro país. Ahora, cuando la pesadilla de la alianza universitario-sindical contra la democracia hace temblar a los Trejos y a los Mora, queda en evidencia el irresponsable e interesado manejo, que el diputado Óscar López denunció, por parte del movimiento del NO.
Ya es la hora de que la dirigencia universitaria reconozca el grave error en el que incurrió y se desligue de esa alianza antipatriótica, subversiva y sediciosa que han puesto en marcha. Es la hora para que dé la cara ante sus bases estudiantiles y reconozca ante ellos que son sólo académicos, no políticos, y que sus actos durante la campaña no pretendían desestabilizar ni el estado de derecho ni la institucionalidad costarricense. Es la hora, en suma, de ser valientes y de reconocer los excesos de una fiesta patriótica que ellos mismos transformaron en una anunciada orgía antidemocrática, intolerante y revanchista. Veamos de qué madera están hechos estos dirigentes y sepamos si sus intenciones son las de lanzar a Costa Rica por la senda de una confrontación civil, en estrecha alianza con el sindicalismo decadente, o de rescatar la sensatez y de ser protagonistas de la historia democrática del siglo XXI.
Veamos qué calidad de maestros son y si es posible que la sociedad pueda confiarle a ellos la formación de nuestra juventud.
16 se octubre de 2007
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