29 de septiembre de 2007

La ICC y la cuestión marítima

Juan Diego López

Poco a poco, la maraña de dislates, mentiras y sofismas que ha montado el grupo del no empieza a deshacerse y a dejar el verdadero sedimento de su accionar. Todo parece reducirse a tres cuestiones, una más falsa que la otra. La primera de ellas es que Costa Rica no corre el riesgo de perder los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC) de no aprobarse el TLC. La segunda es la irresponsable idea, difundida con tanto empeño, de que podríamos renegociar el TLC con Estados Unidos. Y la tercera cuestión es la defensa a ultranza de un supuesto modelo de desarrollo “solidario” que se encontraría en peligro y que desaparecería como consecuencia del TLC.

Por el momento, concentrémonos en la primera. Esta es una cuestión verdaderamente cómica y provoca una gran ternura por su absoluta ingenuidad. Pretenden vendernos una idea que, más allá del desatino que significa, cree que los costarricenses somos tontos y que no reconoceríamos el más soez de los insultos a la inteligencia nacional. La ICC es una iniciativa unilateral de Estados Unidos, establecida hace más de veinte años, al calor de la guerra fría (cuando Centroamérica constituía uno de los puntos más calientes del planeta) e inspirada en una ideología de la cooperación internacional de naturaleza asistencialista. Representa ya un paso distinto a la tradicional “ayuda”, del tipo de la “Alianza para el progreso”, dado que constituye la apertura del mercado a los productos de la región; sin embargo, no se basa en un acuerdo recíproco ni su existencia se encuentra apoyada en la legalidad internacional. Es una iniciativa de buena voluntad y depende de que esta exista hacia el beneficiario y de que el otorgante la considere oportuna. Por su naturaleza voluntaria y unilateral, nada obliga al otorgante a su perpetuación. Su existencia solo depende de que Estados Unidos considere favorable a sus intereses exclusivos su mantenimiento y prolongación. Aquí lo importante es que el TLC es la legalización e institucionalización de la ICC y su respaldo jurídico mediante un acuerdo recíproco.

Nadie, en su sano juicio, podría afirmar que Estados Unidos condicione la ICC a la aprobación del TLC. ¿Para qué ICC si hay TLC? Pero si la Cuenca del Caribe, a quien estaba dirigida la ICC se integra al TLC, ¿para qué la ICC? ¿Qué razones motivarían a Estados Unidos a mantener la ICC sólo para Costa Rica? ¿Es que les somos indispensables? ¿Es que si deciden eliminar la ICC, como consecuencia de que la región se integra al TLC, necesitan en forma desesperada mantener este privilegio a Costa Rica? ¿Es que necesitan de nuestros excepcionales yacimientos petrolíferos, de nuestras fabulosas minas de diamantes, de esmeraldas y de uranio? ¿Es que les somos sumamente simpáticos?

“¡Ahhh! -diría el oceanógrafo Quirós- ¡Quieren nuestro mar!” Y tiene razón de sospechar... El domo biológico más extraordinario del planeta adonde, literalmente, se crea la vida, casi seiscientos mil kilómetros de subsuelo plagado de riquezas insospechadas, un verdadero oasis en el desierto del cambio climático y de la destrucción del planeta. ¿Sería por esto que, a pesar de que toda la Cuenca del Caribe se integre al TLC, nos mantendrían en forma exclusiva la ICC? ¿Quieren nuestro prodigioso territorio marítimo?

No creo que haya quien no lo quiera. Pero veamos la situación. Estados Unidos no ha firmado ni reconocido la Law of the Sea. No reconoce las doscientas millas de mar patrimonial y, debido a su enorme poder naval (militar y empresarial), sólo acepta una territorialidad de doce millas. Así puede navegar, explotar y saquear a su antojo las riquezas de todo el mundo. Actualmente, Estados Unidos puede explotar nuestro mar patrimonial impunemente (ése al cual se refiere Quirós) y no hay fuerza legal que les impida usurpar y ocupar ese territorio para sus propios fines. Sin embargo, mediante el TLC, Estados Unidos no sólo reconoce la territorialidad costarricense de sus seiscientos cuarenta mil kilómetros, sino que se compromete, mediante la legalidad e institucionalidad internacional que respalda los tratados, a respetar los acuerdos que en esta materia el país haya firmado, incluida la Law of the Sea y su soberanía sobre sus doscientas millas. ¿Por qué lo hará? ¿Es que repentinamente se volvieron buenos con nosotros? La respuesta a estas preguntas nos llevaría al capítulo del desarrollo actual del capitalismo, que ya he tratado en otros artículos y que nos desviaría del tema actual. Lo cierto es que nuestros negociadores, tal y como se refleja en el texto del TLC y al margen de cómo otros países involucrados lo hayan hecho, consolidaron los intereses nacionales en esta materia.

Por ello insisto en calificar de irresponsable e inconsecuente la tesis de optar por la ICC antes que por el TLC. No sólo porque quedaríamos aislados en toda la región y dependiendo de la voluntad estadounidense (de sus políticos de turno y de los vaivenes de la política internacional) sino porque quedaríamos desprotegidos en uno de los principales aspectos que el grupo del No ha empleado como argumento de peso. ¿Cómo protegería la ICC nuestro mar patrimonial?



29 de setiembre de 2007

28 de septiembre de 2007

El poder de la mentira

Juan Diego López

El poder de la mentira es tan grande que todo lo explica fácilmente. Por eso resulta más accesible que la verdad. La mentira implica dos cuestiones reales: referirse a los hechos e interpretarlos. Si así no fuera, no habría mentira alguna porque sería un absurdo. Aunque hay mentiras absurdas, el absurdo no es la base de la mentira; la base real de la mentira es la realidad.

Al contrario de lo que podría pensarse, la mentira no busca el engaño. Es decir, la mentira no busca dar por sentado algo que sea falso. La mentira se propone confundir y, eventualmente, a fuer de repeticiones y falsedades, mostrar la realidad mentida como un hecho real. Mentir es falsificar: crear una falsa realidad, basada en hechos reales, pero fundamentada en mentiras puras, en interpretaciones abusivas o en la simple mala fe.

La mentira es la más fácil de las conceptualizaciones porque apela a los sentimientos y jamás a la razón. Habla de lo inmediato. De lo “evidente”, de lo “palpable” y de lo “real”. Por eso, la mentira promovía el geocentrismo, porque lo evidente y palpable era que el sol giraba entorno a la tierra y la tierra habría de ser el centro del Universo. Era mentira no porque no pareciera real, sino porque se exigía su realidad. Hoy día, la exigencia inquisitorial de antaño se transforma en un asunto de “principios”, en algo que se debe creer porque hay ciertas fuerzas superiores que lo exigen.

Las mentiras sobre el TLC exigen una posición de “principios”. Como dijo Ottón Solís, no hay que leerlo para saber que es malo; como dijo Salom, no hay que saber de asuntos internacionales para entender que nos van a convertir en productores y consumidores de armas; como dijo Freddy Pacheco, no hay que leerlo para saber que se van a tomar nuestra agua o como dijo Guillermo Quirós, quién hizo, eso sí, una lectura ideológica y que no resiste ni un examen lógico, y menos jurídico, que vamos a perder nuestro mar patrimonial.

El poder de la mentira es tan doloso que Ottón Solís se trae a dos congresistas estadounidenses, declarados defensores de la supremacía norteamericana, sobre todo, contra América Latina y que han votado en contra de cualquier beneficio para nuestros países y, especialmente, contra Costa Rica. Basta digitar los nombres de Bernard Sanders o Michael Michaud para saber la clase de anti latinoamericanistas y de racista que son. Que hayan votado en contra de nuestro país (y que tengan la desvergüenza de venir a hablar contra el TLC) no es lo relevante: lo que importa es que sea Ottón Solís quien los traiga para hablar a favor de los intereses estadounidenses. No en vano, se ha hablado en el sistema judicial de un caso de verdadera traición a los intereses nacionales.

El poder de la mentira no respeta ni siquiera investiduras. Un grupo de sacerdotes, formado por muchos que ahorcaron sus hábitos tiempo ha, que no son ni siquiera aceptados por la institucionalidad vaticana y comandados por Ignacio Trejos, un fanático, clasista y quien quisiera que los ticos fuéramos todos campesinitos ignorantes y obedientes de sus propias perversiones religiosas, vienen con sotana a decir que no. Dejaron a su mujer en casa, a sus amantes en la de ellas, a sus hijos en el kinder de lujo y aparecen con cara de inocentes como si de veras fueran sacerdotes. No en vano la curia los desautorizó: son apostatas y falsarios que viven la vida en una doble y vergonzosa moral. Se pintan de curas cuando les conviene y cuando no, se transforman en padres de familia, en donjuanes o gente disoluta como cualquier otra persona. Ahora se ponen cuello y sotana para decir que están en contra del progreso.

El poder de la mentira es enorme y no respeta nada. Critican que la resolución de disputas se dé en organismos internacionales, se rasgan las vestiduras por la traición a nuestra propia legalidad, pero José Miguel Corrales no duda en llevar sus delirios a tribunales internacionales y acusar a nuestras instituciones de parcialidad. Su intención no es fortalecer sino sembrar la duda y socavar. El más fracasado de los políticos de los últimos tiempos, quiere vengarse de los costarricenses porque nunca lo consideraron apto para gobernar.

El poder de la mentira tiene ribetes tecnológicos. El rector Trejos se ha desecho en disculpas por sus declaraciones contra Canal 6. Ha dicho que, mañana 28 de setiembre, pedirá espacio en la prensa para aclarar su actitud contradictoria y xenofóbica. ¿Cuánto recibe el ITCR por vía de la cooperación internacional y cuánto podría dejar de percibir? ¿Hasta adónde pone este rector en peligro el financiamiento futuro de la institución? ¿Renunciará por ello?

El poder de la mentira, la doble moral y la desvergüenza son enormes. La discusión acerca del TLC lo ha mostrado: ha sacado a relucir el talante de nuestros líderes políticos y de nuestros mejores talentos. La mesa está servida: ¿Queremos que nuestros hijos sean como Franklin Chang o como Albino Vargas, como Óscar Arias o como Merino? Pronto podremos escoger.


28 de setiembre de 2007

23 de septiembre de 2007

La renuncia de Casas

Juan Diego López

Ya, señores del No, ya renunció Casas. Todos creímos que era lo correcto. No por lo que dijo (que si pudiéramos interceptar los correos de toda la Asamblea y de los partidos políticos de seguro seríamos fuyimoristas), sino por su significado. Lo cierto es que nunca se ha podido decir que su memorable memorandum sea política oficial del SÍ ni del gobierno. Lo de Casas fue una dulce ingenuidad y ahora se transforma en un acto de buena fe, suya propia y del gobierno. ¿No han dicho peores cosas Ottón Solís, Albino Vargas y José Miguel Corrales? ¿No han dicho que no se lea el Tratado, no han dicho que se tomarán las armas y no han urdido una conspiración contra el Tribunal Supremo de Elecciones? ¿No están ellos atentando contra la institucionalidad del país, no han optado por la vía de la violencia y de las amenazas desde antes de las elecciones presidenciales? ¿No son ellos los responsables de despertar el clima de guerra civil, promoviendo la intervención extranjera, despertando la sospecha sobre las instituciones nacionales y empleando métodos de barricada?

Casas renunció. El gobierno asumió la gravedad de su error y ¿ahora qué? ¿Hace esto mejor o peor el TLC? ¿Hace esto ciertas las mentiras sobre la resolución de controversias, sobre las medicinas, sobre la legislación laboral, sobre las telecomunicaciones, sobre el tráficos de órganos, sobre las armas o sobre el agua? ¿Acaso el rector Trejos ha tenido la dignidad de renunciar a su cargo y enfrentar su enfermiza pasión política sin acuerparse en una institución que no le pertenece? ¿Acaso Albino Vargas ha tenido la vergüenza para renunciar a su vergonzosa sinecura, de la que mama desde hace varios lustros y con la cual se pensionará sin haber trabajado como cualquier ser humano? ¿Acaso Ottón Solís, José Miguel Corrales, los Carazo, Merino y todos sus secuaces tendrían siquiera la dignidad de asumir sus responsabilidades políticas y poner a disposición del pueblo, de los tribunales y de la consciencia social, su accionar sedicioso y su traición a los valores que les mantiene en la palestra política?

Para repetir un adagio chileno, la renuncia de Casas les jala de la lengua a los del NO. ¿Cuántos habrán de seguir ese ejemplo? ¿Renunciarán los dirigentes a sus puestos milenarios y se pondrán a la orden de los tribunales para investigar su llamado a la sedición y a la violencia? ¿Renunciarán los rectores universitarios a sus cargos para probar que no emplean los recursos públicos en esta lucha que han asumido como asunto puramente personal? ¿Permitirán los dirigentes sindicalistas, renunciando a su estatus de vividores y parásitos, que se investiguen sus manejos organizacionales, su respeto a la propia legalidad que han impulsado, sus fondos personales y su legitimidad social? ¿Quiénes serán los valientes que a partir de hoy den las muestras de buena fe y de su dignidad política?

¿Quiénes habrán de seguir el destacado ejemplo de madurez y transparencia que hoy vive la sociedad costarricense?

19 de septiembre de 2007

La fabricación de una mentira televisiva

Juan Diego López, M.Sc.

El falso reportaje periodístico titulado “Consecuencias del TLC”, que se refiere a un supuesto informe de la CEPAL sobre los cuatro años de la vigencia del NAFTA y los efectos negativos sobre México, es un vergonzoso engaño.

Se presenta como si se tratara de un reportaje de alguna agencia noticiosa internacional. La escenografía refuerza esta idea falsa con un despliegue impresionante de generación de imágenes, datos y con un fondo de monitores que hacen pensar que se origina en una empresa periodística internacional. La presentadora fue cuidadosamente escogida para imitar el acento, las inflexiones y el estilo de figuras de la prensa mundial. Cualquier desprevenido pensaría que recibe una información de CNN en español y que la presentadora es la propia Patricia Janiot. No hay duda de que se gastó mucho dinero en su elaboración y de que se emplearon las más modernas y sofisticadas técnicas televisivas.

No obstante, el mensaje no muestra ningún tipo de autoría, no se genera en ninguna agencia de noticias, en ningún noticiario reconocible, no se transmite por canal alguno y se desconoce la identidad de la presentadora, así como de la organización periodística que respaldaría tal información. Se trata, pues, de un mensaje anónimo y espuriamente atribuido, por medio de refinadas connotaciones, a la prensa internacional. Estamos en presencia de un vulgar montaje publicitario dirigido deliberadamente y con alevosía a provocar la confusión y a divulgar falsas informaciones.

Por ejemplo, en el “reportaje” se dice que la tasa de desempleo en México es de más del 30%. Sin embargo, el anuario estadístico de la CEPAL presenta este único cuadro sobre la tasa de desempleo en México, referido a las áreas urbanas, según la cual en el año 2005 era de 4.8%:

http://websie.eclac.cl/anuario_estadistico/anuario_2005/datos/1.2.17.xls

Igualmente, en ese mismo Anuario, la CEPAL consigna un índice de pobreza en México del 32.6%, muy lejos del 55% que presenta el reportaje. Esta “discrepancia” en los datos constituye una alteración de más de un 40% de lo real, como se puede ver en:

http://websie.eclac.cl/anuario_estadistico/anuario_2005/datos/1.6.1.xls

También la cuestión de la Ethyl Corp y de S.D. Myers contra el Estado canadiense resulta discutible. No sólo porque ocurrió hace diez años y es mucho más compleja de lo que dice el “reportaje”, sino porque es producto de un momento histórico en el cual la humanidad apenas empezaba a acumular experiencia en las negociaciones internacionales, en la determinación de los alcances de la nueva institucionalidad y en el conocimiento de las carencias, defectos y deficiencias de sus compromisos. Los TLC no han inventado el pillaje, la corrupción ni la organización delictiva contra el Estado; tampoco obligan a los Estados a adoptar estrategias comunes y homogéneas. La privatización de las comunicaciones, por ejemplo, incluida la venta de los activos institucionales, fue una política que muchos países han pagado muy caro, pero de la que otros muchos han aprendido.

En el mismo Tratado nuestro, no todos los países optaron por una misma y única estrategia sobre las comunicaciones. Mientras que Estados Unidos mantiene la centenaria tradición privada en el suministro de esos servicios, Nicaragua optó por la privatización de la telefonía y la venta de acciones, mientras que Costa Rica encabezó la política de fortalecimiento de sus instituciones y el mantenimiento de la regulación estatal como condición para la apertura, la ruptura del monopolio y el paso hacia la competencia internacional. Quien no comprenda estas diferencias en la estrategia de desarrollo nacional, quien no ponga de manifiesto las diferencias de los países centroamericanos en esta negociación y no la vea plasmada en la negociación multilateral del TLC, o no entiende el momento histórico o simplemente miente por razones inconfesables.

Pero sigamos con el montaje audiovisual que quisieron vendernos como pura primera. La presentadora, como “prueba fehaciente” del daño de los TLC para la humanidad, afirma que más de cincuenta mil canadienses han quedado en la “banca rota” desde la firma del NAFTA. Sin embargo, la cifra que aparece en pantalla no coincide con la narración ya que el guarismo representado es “50.000.000”, lo que normalmente se leería como “cincuenta millones”. Pero no vaya usted a creer que es una ligereza o un error involuntario. ¡Nada de eso! Se trata de una calculada y conocida técnica subliminal tendiente a distorsionar la comprensión, a sembrar en la mente una imagen de proporciones masivas y a generar un estado de alarma que traspase la aprehensión racional de las ideas.

No hay duda de que este fraude fue bien elaborado desde el punto de vista televisivo y psicológico. Se trata de la fabricación de una monstruosa mentira. Sin embargo, sus responsables desprecian la capacidad intelectual y la propia inteligencia de los costarricenses. Una vez más, las despreciables y desesperadas maniobras del NO quedan en evidencia y patentadas en calidad de patrimonio para las nuevas generaciones.



18 de setiembre de 2007

17 de septiembre de 2007

Las razones del NO con toda franqueza

Juan Diego López

De acuerdo con los opositores al TLC, en el texto escrito no se dice lo que se dice ni lo que realmente se dice es lo verdaderamente dicho. El texto escrito no es lo que dice sino que lo que dice está entre líneas y allí dice exactamente lo contrario. Donde digo digo no digo digo, digo Diego, ¿recuerdan? Ahora donde dice dice no dice dice sino dice “Dice” y eso significa que habrá más casinos y que la pobre gente desprevenida perderá allí su patrimonio familiar.

Igualmente, donde se dice “mar patrimonial” no se dice “mar patrimonial” sino matrimonio marítimo y el matrimonio marítimo es un mar parimonial, que tiene su sede en el territorio marítimo, pero comprometido por un matrimonio arreglado, cuya potestad es materia de páneles privados que monoliporizarán el pan y se llevarán al ,mar, como patrimonio del matrimonio. Es simple: como los órganos humanos son órganos y como la institucionalidad internacional es orgánica, entonces los órganos internacionales serán traficados por los traficantes de órganos que ocupan puestos en los organismos internacionales y que están deseos de deshacerse de sus órganos y de los órganos de sus hijos.

El caso de las armas es aún más simple. Como firmaríamos un acuerdo con uno de los productores de armas más importante del mundo, las armas de sus arsenales nos armarían y, ya armados, tendríamos que firmar acuerdos de desarme, pero al desarmarnos, desarmaríamos la institucionalidad y con una institucionalidad desarmada quedaríamos a la intemperie y seríamos ocupados por vía de esas mismas armas. Por esto mismo, invertir en tanques, lanzallamas o misiles SAM es un negocio inestable. Lo mejor, ya todos los del SÍ lo han hecho, es invertir en un tribunal privado de resolución de conflictos.

Allí, la cuestión es más clara aún. Primero, que el tribunal no es de tres y como son más, ya resulta sospechoso y se debe exigir que sean tres, no los tribunos, sino los miembros del tribunal. Segundo, ese tribunal no tributa y, como no tributa es intributario y al ser intributario tampoco es tribunal: en realidad, está fuera de la ley y,ya sin tribunal, ¿quién tribunaría? Los tribunos, sobre todo los de elecciones, son del sí por lo que serían protribunos y ahí está la base de toda sospecha: protribunos con protuberancias pro TLC sólo puede producir “protubernios”, es decir, la sospecha de muchos contubernios pro TLC.

Con el agua, la cosa se aclara definitivamente. El agua no es el agua sino la agüezón de los lechos aguados y este tipo de aguazón guarapa todo el agua y la transforma en guata. Es decir, el agua guarapada en forma de guata nos agua la fiesta porque se la toman en el exranjero y nos dejan las botellas de plástico, cuyos residuos son esenciales para los abrigar desechos nucleares. La cosa no es que el agua no sea agua pesada, es que el agua es el despite para convertirnos en basurero de recipientes que será, pasados unos años, un laboratorio de reciclaje termonuclear.

Pasemos a la cuestión laboral. En donde dice laboral no dice laboral sino matorral. Aunque en la cita al pié de página dice “vegetal”, tampoco vegetal significa vegetal sino que se sospecha que sea “laboral” Pero entre “matorral”,“vegetal” y “laboral” hay una estrecha conexión pues todos pertenecen al reino animal. Y si todo se entiende como animal, necesariamente lo laboral será visto como tal y lo laboral será enterrado en el matorral y, así, lo laboral es parte de un plan criminal.. Laboral, animal y criminal tienen, por supuesto, una raíz empresarial. De esta forma, el sector empresarial, tratará al sector laboral como parte del reino animal y será reducido a un mero matorral.

Del trato animal al sector laboral deriva la cuestión ambiental del TLC. Como ya el reino animal fue convertido en vegetal en su forma de matorral y ha desaparecido el sector laboral, la cosa ambiemtal queda en manos del sector empresarial que, entregado a la corriente imperial, dará como resultado una carencia medicinal. Una vez que se apropien de la cuestión experimental, todo recurso natural pasará a la condición laboral, dominado por el sector empresarial, que de todas formas se entregará al mundo imperial y todo nuestro país quedará en condición precarial, regido en modo patriarcal, dominado por el gamonal y nada nada de lo sexual.

Por todo esto, es fenomenal la claridad esencial que nos transmite el grupo sindical sobre el TLC, sobre su maldad radical, sobre el irrespeto a la voluntad general, sobre el desconocimiento del Tribunal y la defensa de este mundo infernal del que apenas me importa un percal.


Vote SI, no haga caso de semejante berenjenal.

16 de septiembre de 2007

La decisión popular

Juan Diego López
Poner en manos del pueblo la decisión de suscribir un Tratado internacional es un ejemplo universal de democracia. Gobernantes que, contando con los medios legales, jurídicos y parlamentarios para aprobar e imponer sus criterios, optan por el pronunciamiento popular son un raro y verdadero ejemplo para la humanidad. Es así como el gobierno se convierte en instrumento de educación ciudadana y el ejercicio del poder regresa a sus legítimas fuentes: la soberanía popular. Quien no comprenda esto, quien no valore que el primer referendum en la historia costarricense es acerca de este Tratado internacional, es simplemente una víctima de la inconsciencia, del engaño o de la mala fe.

De la inconsciencia porque se pierde de vista que los gobernantes no quieren actuar a espaldas del pueblo y dejan en sus manos las decisiones estratégicas; del engaño porque una actuación política, que será motivo de orgullo para las futuras generaciones, es hoy presentada como una maniobra que desacredita toda nuestra historia institucional y todos los valores civiles, políticos y electorales que han moldeado nuestra peculiar nacionalidad; mala fe, porque en los círculos dirigen la oposición al TLC se barajan intereses inconfesables y un estado de privilegios sindicales que, lejos de ser conquistas populares, ofenden la dignidad nacional.

Poner en manos del pueblo la aprobación del TLC es ejemplo de la madurez política de nuestro pueblo. Es abrir las puertas al debate, a la contrastación de ideas y a un vasto entorno de educación popular. El referendum es la más auténtica y loable forma que, en el siglo XXI, adquiere la “fiesta cívica”. Un vasto banquete de ideas, opiniones y controversias y una escuela inigualable para la formación ciudadana, para la construcción de criterios sociales y políticos y para el fomento del respeto, la tolerancia y la comprensión acerca de las ideas ajenas. No importa que un reducido grupo de apóstatas de la democracia pretenda convertir el referendum en un espacio de sectarismo y persecución. Lo cierto es que la democracia costarricense saldrá fortalecida, consolidada y ofrecerá un modelo de convivencia y de acción política que no podrá ignorar ni la última de las satrapías de nuestro tiempo.

Por ello, las agencias de prensa cubanas, venezolanas y los restos del sovietismo internacional, han declarado el referendum costarricense como la batalla decisiva por su supervivencia y quieren pelear su modo de vida en nuestro propio territorio. Costa Rica es un problema muy serio y todos estos preferirían anularla. Daniel Ortega odia y envidia nuestro 98.5% de alfabetismo, no sólo de los más altos de América sino del mundo (la campaña de alfabetización en la Nicaragua sandinista, bajo su primer gobierno, dejó a su país con un 38% de alfabetismo del cual goza actualmente). La oprobiosa dinastía Castro, que ha hecho de Cuba el país más pobre, atrasado y desgraciado del mundo, teme que nuestro referendum, organizado por un órgano independiente del Partido, de los CDR’s y del gobierno, siente un modelo demasiado democrático de conducción política y ponga en peligro la aristocracia reinante en su país; y Chávez, que de todos es sabido su cortedad de mientes, teme más aún: la integración comercial de Centroamérica y el Caribe con Estados Unidos destruye sus desvaríos bolivarianos porque lo cierto es que Brasil, Argentina o Chile (los países más importantes de Sur América) ya ni siquiera sonríen de sus desplantes de opereta.

Costa Rica es un peligro en Nuestra América y el referendum pone en estado de alerta las prácticas políticas del vecindario. La intervención extranjera tiene un propósito claro, esencialmente pleonástico: o gana el no o la destruimos. Es decir, Costa Rica no puede seguir dando tan mal ejemplo al mundo como su tasa de alfabetización, su expectativa de vida, su consumo de calorías, su seguridad social, su ingreso per capita, su lugar en el índice de desarrollo humano, su solidez institucional, su sistema electoral, su cobertura telefónica, su acceso a Internet, su educación universal y hasta su selección trimundialista de fútbol...

Somos una nación preparada para jugar en las más grandes ligas, para destacar en los campos de la ciencia, de la tecnología, del arte y la literatura y para aportar un modelo político y económico y de convivencia social que daría sentido a la humanidad del siglo XXI.

El TLC, la integración con la economía más poderosa del mundo, es precisamente el espacio que necesitamos para desplegar todas nuestras facultades y potencialidades. Es el terreno perfecto para apropiarnos de nuestro destino y ser capaces de dejar nuestra huella en la definición del ser humano y de la civilización futura. Semejante paso en la historia de un pueblo tan chico y modesto como el nuestro provoca vértigo, incertidumbre e incredulidad, pero ¿no resulta increíble la gratuidad y universalización de la educación primaria en el siglo XIX, la abolición de la pena de muerte, la sustitución del ejército por una guardia civil y la abolición constitucional del ejército?

No tenemos un gobernante. Tenemos un gobierno educador. ¿Quiénes serán los valientes que seguirán el ejemplo de Costa Rica?
16 de setiembre de 2007