Juan Diego López
Ya, señores del No, ya renunció Casas. Todos creímos que era lo correcto. No por lo que dijo (que si pudiéramos interceptar los correos de toda la Asamblea y de los partidos políticos de seguro seríamos fuyimoristas), sino por su significado. Lo cierto es que nunca se ha podido decir que su memorable memorandum sea política oficial del SÍ ni del gobierno. Lo de Casas fue una dulce ingenuidad y ahora se transforma en un acto de buena fe, suya propia y del gobierno. ¿No han dicho peores cosas Ottón Solís, Albino Vargas y José Miguel Corrales? ¿No han dicho que no se lea el Tratado, no han dicho que se tomarán las armas y no han urdido una conspiración contra el Tribunal Supremo de Elecciones? ¿No están ellos atentando contra la institucionalidad del país, no han optado por la vía de la violencia y de las amenazas desde antes de las elecciones presidenciales? ¿No son ellos los responsables de despertar el clima de guerra civil, promoviendo la intervención extranjera, despertando la sospecha sobre las instituciones nacionales y empleando métodos de barricada?
Casas renunció. El gobierno asumió la gravedad de su error y ¿ahora qué? ¿Hace esto mejor o peor el TLC? ¿Hace esto ciertas las mentiras sobre la resolución de controversias, sobre las medicinas, sobre la legislación laboral, sobre las telecomunicaciones, sobre el tráficos de órganos, sobre las armas o sobre el agua? ¿Acaso el rector Trejos ha tenido la dignidad de renunciar a su cargo y enfrentar su enfermiza pasión política sin acuerparse en una institución que no le pertenece? ¿Acaso Albino Vargas ha tenido la vergüenza para renunciar a su vergonzosa sinecura, de la que mama desde hace varios lustros y con la cual se pensionará sin haber trabajado como cualquier ser humano? ¿Acaso Ottón Solís, José Miguel Corrales, los Carazo, Merino y todos sus secuaces tendrían siquiera la dignidad de asumir sus responsabilidades políticas y poner a disposición del pueblo, de los tribunales y de la consciencia social, su accionar sedicioso y su traición a los valores que les mantiene en la palestra política?
Para repetir un adagio chileno, la renuncia de Casas les jala de la lengua a los del NO. ¿Cuántos habrán de seguir ese ejemplo? ¿Renunciarán los dirigentes a sus puestos milenarios y se pondrán a la orden de los tribunales para investigar su llamado a la sedición y a la violencia? ¿Renunciarán los rectores universitarios a sus cargos para probar que no emplean los recursos públicos en esta lucha que han asumido como asunto puramente personal? ¿Permitirán los dirigentes sindicalistas, renunciando a su estatus de vividores y parásitos, que se investiguen sus manejos organizacionales, su respeto a la propia legalidad que han impulsado, sus fondos personales y su legitimidad social? ¿Quiénes serán los valientes que a partir de hoy den las muestras de buena fe y de su dignidad política?
¿Quiénes habrán de seguir el destacado ejemplo de madurez y transparencia que hoy vive la sociedad costarricense?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario